Битеф

variedad que tienen ironia j humor fino. Qué mejor podría pasarle a ese texto que llegar hasta a ser tomado en serio en secuencias en las que se ha sabido distinguir entre lo gratuito y trillado de la trama de la novela y lo auténtico del momento que vive el personaje. Se ban tomado entonces esta autenticidad como motivo creador y a la paradoja se han intercalado momentos de melodrama puro, tomados de lo más en serio, un como acto de acrobacia del intelecto que parecería casi imposible realizar y del que nos dan una muestra fácilmente, como que no quiere la cosa, los responsables del espectáculo. Para deslindar estas responsabilidades, aclaremos, que en en el texto de Gamboa meten mano Julio Castillo, Héctor Mendoza y Luis de Tavira. De Tavira parece haber requerido de la linea escrita a medida que seu espectáculo se la iba pidiendo: es decir, un trabajo imaginado partiendo de secuencias visuales para que a ellos acuda después la ción j el diálogo. De pronto las peripecias de la » acción « las cuenta un actor montado en una rueda, a los explican dos personajes en una tabla improvisada como » subibaja «. Lo cual el público agradece, pues le permite reír cuando eso se espera de él y no tener que reir con las mismas peripecias tomadas en serio. Lo importante es que, gracias a los tres autores de la disposición correcta del rompecabezas con frases propias y de Gamboa y gracias a la dirección escénica de Luis de Tavira queda de »Santa«, la novela, lo único que en ella vale : el sabor de documento de una época, un sabor popular j muy mexicano que incluye el machismo, la vida no vale nada, el crimen político, la estampa folclórica, el quinto patio, el café de barrio, el influyente que se las puede todas y la crítica social, todo eso mezclado con esa aún más sabrosa cursilería decadente con la que otra vez logran los realizadores el difficil equilibrio de reírse jugando a lo serio y viceversa. Resultado : momentos de romanticismo en su apogeo de los que no se burla el público y eso precisamente porque entre burlas andamos viendo a la santa mujer non sanecta. La coreografía de Rut Noriega y César Nieblas, la música de Luis Rivero y los disenos de José de Santiago son de mencionarse porque comprenden totalmente el tono de Castillo - Mendoza - De Tavira. Lo mismo puede decirse de tos actores: Alejandro Bolivar, Rafael Brizuela, Margarita Castillo, Patricia Eguía, Armando García, Blanca Guerra, Luisa Huertas, Sergio Lagunas, Rut Noriega, Antonio Vizcaíno y Patricia Zepeda. (Maruxa Vitalia) 1 Aunque basada la adaptación Ç? /Й я /~й de Héctor Mendoza y Julio wt/ Ш/ \j wm/ Castillo en la novela de Federico Gamboa, imagino que Ê -d- ля л nadie esperaba encontrar en I I 1 Я I csccnaru) del Teatro de la Universidad, bajo la dirección de Luis de Tavira, una fidelidad al texto original. Los adaptadores més bien buscaban el tono festivo de la parodia, que a veces caía en lo grueso de la farsa y tenía no poca semejanza con In Memoriam. Se trata de un

f espectáculo desigual, que no es del todo bueno, mas, tampoco del todo malo. El primer acto es casi excelente, fuera de algunos episodios gratuitos, como la escena cuando una de las » pupilas « del lenocinio donde reina Josefa, desviste a uno de sus » clientes«, el maniático Rubio, y al quitarle los pantalones aparece desnudo desde la cintura hasta los calcetines. Nada más ridículo que un hombre sin pantalones desprovisto de belleza física. Este detalle necesario, porque de inmediato cubría su presencia un grupo de intérpretes y con haberlo oubierto un segundo antes, el gesto de desnudarlo quedaba en el simulacro. En este primer acto, salvo la música y las danzas la primera de Luis Rivero, y las segundas de Ruth Noriega, ambas muy logradas, que creaban el ritmo especial de la representación, si algo hubo de conmovedor fue la escena de Rubio con la prostituta, jorobada, llamada burlonamente por sus » colegas « Quasimodo, cuando el maniático la obliga a llevar a cabo su profesión bajo el amago de una pistola (algo semejante nos recuerda un cuento de Sartre ). Margarita Castillo me parece una actriz con mucho material dramático y ojalá no me equivoque pero se me hace que podrá llegar muy lejos. En esta escena, asi como en la condón que » interpreta « mas que canta en el segundo acto, logró conmovernos hasta el llanto. El segundo acto cuenta con muchos más elementos gratuitos, y es casi en su totalidad caótico. Se diría que este segudno acto aún necesita unas semanas de ensayos, y que por el momento tos actores todavía ignoran sus papeles e inventan una nueva prosa sobre la marcha, se diría que a todo lo largo del segundo acto todo el mundo está improvisando. El caos es tan grande que impide entende el sentido de lo que sucede en el escenario. Me imagino que para Luis de Tavira debe tratarse de su primer intento en el campo de la comicidad, y su temperamento trágico, que demostró en todas sus anteriores puestas en escena, se resiste. Le sucede lo que a muchos actores dramáticos, que llevan en la sangre el drama, y cuando els toca en suerte un papel cómico o frívolo, en su afán de no desmerecer ante el público, caen en las más increíbles exageraciones, en tantas sobreactuaciones que terminan por divertirse ellos mismos y por divertir a los espectadores. Es lo que pasó con Luis de Tavira, exageró y prolongó excesivamente el acto, ni él ni sus adaptadores libretistas supieron cuándo terminan. Y este final tan melodramático, que pretendía burlarse del melodramatismo de Gamboa, no dejaba de ser tan exagerado como el mismo original.